¿QUÉ SON LOS MECANISMOS DE DEFENSA?
Son los mecanismos que empleamos para evitar sentir nuestras emociones y sentimientos, también para evitar el contacto real con nosotros mismos y con el ambiente, refugiándonos en el pasado o el futuro. Son mecanismos de evitación que nos fueron útiles en un momento dado, para favorecer nuestra preservación, pero que ahora ya no nos sirven. No se han adaptado a los cambios producidos en nosotros y en nuestro ambiente. Las evitaciones retienen nuestra energía vital ya que mantener a raya lo doloroso e inaceptable, requiere un gran esfuerzo.
Mis xilografías tratan de fomentar la conciencia en el sujeto de las propias interrupciones a través de la vivencia de lo que estamos evitando. Dejamos de preocuparnos o de sentir malestar porque “no lo puedo evitar” y pasamos a una conducta propia de un ser maduro que también habita en nosotros: pasamos a hacernos cargo de nosotros mismos.
"Lo que te deseo me hago yo"
INTROYECCION
Consiste en incorporar, sin ningún filtro selectivo, lo que recibimos del entorno. No llegamos a integrarlo, lo ingerimos en vez de digerirlo, y pasa a ser un cuerpo extraño dentro de nosotros. El proceso psicológico de la asimilación es muy parecido a su contrapartida fisiológica. Datos, patrones de conducta, valores morales, políticos…todos provienen originalmente del mundo externo. No hay nada en nuestras mentes que no provenga del ambiente. Estos elementos ambientales tienen que ser digeridos y dominados si han de convertirse en propios, en parte de la personalidad.
El introyectador no ha puesto límites entre él y los otros, éstos últimos han invadido su espacio, quedando poco para él mismo. Cuando el introyectador dice “yo pienso”, por lo general está diciendo “ellos piensan”.
Las personas con tendencia a introyectar necesitan fortalecer su espíritu crítico, su rebeldía ante las figuras parentales. Atreverse a pensar por su cuenta, plantearse hasta qué punto y en qué contexto, le sirve cada uno de los “alimentos psicológicos” que ha ido incorporando a lo largo de su vida. Por ejemplo, mis padres me dijeron que “los que no trabajan son unos vagos”, y me lo “tragué” como una verdad absoluta; ahora, me doy cuenta de que, desgraciadamente, no hay trabajo ni para los que quieren trabajar…
PROYECCION
Es la tendencia de hacer responsable al ambiente de lo que se origina en el sí mismo. Es decir, la persona atribuye a otras personas sus propios sentimientos, pensamientos, intenciones, comportamientos…es incapaz de percibirlos en su interior. Si sospecho que todo el mundo me quiere engañar, probablemente sea una sospecha inventada, fundada en el hecho inaceptado de que yo quiero engañar.
La paranoia, es el caso extremo de la proyección. La ilusión del paranoico es que puede ser agredido por los demás (cree que le tienen manía o que le quieren dañar), sin darse cuenta de que él está agrediendo a los demás.
“Tienes que ser bueno: amable, no has de sentir furia, sonríe y aguanta…” La persona niega entonces la posibilidad de sentir estos aspectos que le convertirían en una persona “mala”. Cuando los nota, supone que son de los otros ya que ella no los tiene, porque es “buena”, en contraste con los demás… Pero, para no tener conflicto con el introyecto (debes ser bueno), el proyectador está renunciando a partes de sí mismo, que le pueden ser útiles.
En la proyección tratamos el límite entre nosotros y el resto del mundo un poco demasiado a nuestro favor: renunciamos de los aspectos poco gustosos de nuestra personalidad (difíciles y/o desagradables para nosotros: rabia, impulso sexual, miedo…), y se los atribuimos al resto del mundo. Además, la no aceptación de esas partes, le lleva a no aceptarse así mismo, devaluando la autoestima y la confianza en su persona.
CONFLUENCIA
Se da cuando el individuo no siente ningún límite entre él mismo y el ambiente que le rodea, se funde con lo de afuera. Las partes y el todo se hacen indistinguibles entre sí. No puede hacer un buen contacto con los demás. Tampoco puede retirarse de los otros, ni siquiera puede conectar consigo mismo.
Así, se forman grupos ideológicos fanáticos, que consideran al que es diferente a ellos como enemigo. A nivel cotidiano se da en la pareja, que nunca discute porque hace tiempo que “firmaron un contrato” por el cual uno de ellos, sin darse cuenta, renunciaba a sus necesidades para acoplarse a las de su pareja. Y en los padres, que muchas veces ven a sus hijos como prolongaciones de ellos mismos, y no admiten que se manifiesten como son en realidad: “Un hijo mío no lloraría…”
El hombre que está en confluencia patológica hace un ovillo de sus necesidades, sus emociones y sus actividades, resultando una confusión tal que no se da cuenta de que es lo que quiere hacer.
El individuo precisa ver sus diferencias y necesidades personales sin sentirse culpable y plantearlos claramente ante los demás.
RETROFLEXION
En este mecanismo neurótico, el sujeto vuelve contra sí mismo lo que querría hacerle al otro. El retroflector marca una fuerte línea separatoria entre él y el ambiente, de forma que en vez de traspasar ese límite y establecer contacto, el sujeto se vuelve contra sí mismo.
Sobre todo, retroflectamos sentimientos negativos, y nos sancionamos a nosotros mismos. Por ejemplo: si me han empujado, en vez de enfadarme con quien lo ha hecho, me culpo a mí mismo por estar “donde no debo”. También las somatizaciones pueden considerarse retroflexiones, ya que son daños que ocasionamos a nuestro cuerpo en lugar de responder al entorno, (no le digo nada a mi pareja, cuando me ha disgustado, pero tengo ardor de estómago: la energía dirigida a establecer contacto con mi pareja a través de mi enfado, no sale y se vuelve contra mí).
A veces, surgen impulsos agresivos y destructivos. Nuestro superyó, compuesto de normas y “deberías” impiden la salida de esos impulsos y los descargamos contra nosotros. Claro está que algunos impulsos han de ser controlados.
Es necesario explorar el propio juez interior (la autocensura y la descalificación), para poder darnos cuenta de que muchas veces, en realidad son quejas que habría que expresar hacia fuera, cosa que el retroflector no se permite.